MIGUEL MARINA BARRERO
(Bilbao 1915- California 1989)
Nació y vivió en Bilbao hasta 1936, cuando estalla la guerra y es nombrado capitán de infantería del ejército de la República. Tras la guerra se refugia en Francia, y desde aquí inicia un periplo de aventuras y viajes que pasan por Venezuela, donde se ganó la vida como jugador de fútbol profesional, Miami, República Dominicana (llegó arrastrado por un huracán) y Nueva York (desembarcó de un barco yugoslavo donde trabajaba como fogonero). Aquí es donde conoce a su mujer, nace su hija y donde fundamentalmente inicia su carrera como pintor. Fue aprendiz de Julio de Diego y ayudante del también exiliado José Vela Zanetti en la elaboración del gigantesco mural de la ONU, «La lucha del hombre por la paz». Sus aventuras y viajes continuaron por Ecuador, México, y de nuevo Bilbao, pero ya no era la ciudad que él había conocido en su juventud, por lo que regresó a Estados Unidos. En California es donde Miguel Marina se dedica plenamente a la pintura.
Marina es autodidacta como pintor, con un estilo muy personal. Pinta principalmente sobre tablas de madera. Aunque se pueden distinguir provisionalmente tres etapas distintas de su trayectoria plástica, todas comparten ciertas características: el empleo de fuertes colores primarios que recuerdan las vidrieras góticas; figuras humanas alargadas, especialmente las manos y las caras, que evocan figuras bizantinas y románicas al enfrentarse directamente al espectador; temas religiosos, en particular la Crucifixión,la Anunciación y la Última Cena; recreaciones de los paisajes de Euskadi, con una presencia cada vez más importante en su obra tardía; y un lirismo y profunda emoción que atraviesa toda la obra. En su última etapa es cuando produce su obra más personal, íntima y profunda, con una mayor evocación de los paisajes del País Vasco: barcos pesqueros, cazuelas de bacalao, hombres con chapela, porrones de vino, puentes y tejados de tejas.
OBRA “PALOMARES”
De la serie “Palomares”, inspirada en el hecho histórico ocurrido el 7 de enero de 1966, cuando dos aeronaves de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos colisionan en pleno vuelo durante una maniobra de reabastecimiento de combustible y uno de ellos deja caer en las aguas y proximidades de Palomares, provincia de Almería, cuatro bombas termonucleares con capacidad para provocar la mayor explosión atómica de la historia de la humanidad. Bombas que eran 75 veces más destructivas que las de Hiroshima. 1.600 soldados del Ejército americano aterrizaron en Palomares, una pedanía de poco más de 1.000 habitantes, para deshacerse del material radiactivo esparcido por dos de las cuatro bombas, bajo la mirada atónita de los lugareños.
La pintura de Miguel Marina cambió con aquel desastre de enero de 1966. La caída de cuatro bombas de hidrógeno, sin explotar, a orillas del pueblo de Palomares, en la costa de Almería, le removió por dentro y le recordó el episodio más trágico de la historia vasca, el bombardeo de Gernika de 1937. Esto le llevó a Marina a pintar un mural y varios óleos y dibujos sobre lo ocurrido en Palomares. Aquel hecho histórico le volvió a abrir la herida de la guerra y el recuerdo del “Guernica” de Picasso, al cual su “Palomares” rinde homenaje. En la actualidad, este mural se encuentra en el Casa de Cultura de Gernika.
Serie Palomares
FONDOS DEL PATRIMONIO ARTÍSTICO Y ARTESANAL DEL AYUNTAMIENTO DE GERNIKA-LUMO
AUTOR: MIGUEL MARINA BARRERO
AÑO: 1966
MATERIAL: Tinta y pastel al óleo sobre papel
TAMAÑO: 24″x18″ enmarcado